Las características de la tierra donde vamos a transplantar son muy importantes. De ellas dependen las especies seleccionadas y el éxito del transplante.

La tierra está compuesta por tierra fértil, un sustrato, y abono orgánico.

La tierra que emplearemos en el lugar de transplante debe ser negra, libre de malas hierbas, restos de raíces, u otros elementos que afecten el agarre y crecimiento de las plantas. Es importante determinar el valor del pH, pues incide en las especies que pueden plantarse. Pregunta o pide consejos cuando nos visites.

El sustrato que utilizaremos en el huevo donde transplantemos la planta, debe ser un mantillo, que permite un buen drenaje y la oxigenación de la tierra. Lo cual ayuda a prevenir la aparición de los temidos hongos. Puede mezclarse arena gruesa con la tierra de la huerta para mejorar el sustrato.

Se elegirá siempre un abono orgánico para el transplante, por sus cualidades naturales. El abono está compuesto por diversas materias orgánicas como el estiércol, los residuos domésticos, etc., descompuestos. Se integrará a la tierra homogéneamente.

La tierra y el sustrato del hueco para el transplante se deben humedecer antes del transplante. Cuando se completó el transplante, debemos prensar la tierra alrededor del cepellón con las manos y volver a humedecer.

Las plantas se distribuyen de forma pareja y por filas, y a igual distancia. La distancia aconsejada depende del tama�o final de la planta tras el desarrollo completo y del espacio disponible en la huerta o invernadero. Normalmente, separararemos entre 30 y 50 cm una planta de la otra